domingo, 24 de junio de 2007

algo pasa en villa crespo


... se oye un murmullo de risas en algun lado a la vuelta de una calle importante, en Villa Crespo. Teresa, como el resto de los comensales de un paquete restoràn ve asombrada temblar su copa de vino. Héctor sorbe el ultimo trago de su café mientras nota que el burbujante vaso de soda que le espera fresco, comienza a saltar en la mesa y al ritmo de un melodioso tracatrún se asoma al borde para luego multiplicarse contra el piso en mil doscientos pedacitos de vidrio grueso.
Se asoman al pachamama, entran calentitos y se sientan a sentir...

Música como un grito de una garganta que se deshace ante un amor que la ignora.

Un par de tipos cuentan historias maravillosas, atrapando al público entre sus brazos y maravillados ellos mismos de lo que dicen.

Una guitarra te cala los músculos del pecho, rasgueando hasta las lágrimas, punteando sonrisas al mismo tiempo.

Un detective con ropa que le queda muy grande, viaja por el mundo para descubrir quién le puso una flor en el culo.

Se lamenta un charango en una cumbia trasandina, mientras con voz de arrabal un megáfono satura una oda a la letra ché, para después mostrar el lado cotidiano de historias en la que la mona, el gauchito gil y bob marley toman un café con marta holgado.

Una dulce voz femenina muestra su acuosa forma de ver el mundo, sin perder la mirada despierta que te ilumina rincones nuevos y curvos.

Miran a su alrededor, y advierten las cálidas luces, las cálidas sombras y se unden más en su sillón, conversando accidentalmente de cosas imprescindibles con gente que acaban de conocer...

Cuenta uno que encontró una razon por la cual vivir y una por la cual morir y dice que son la misma.

Viene una chica con los ingredientes para preparar delicias en torta pero decide verter por el piso sus harinas para poder amasar risas y hornear un buen momento.

No hay escenario, pero de todos modos un pianista sabe hacerse del publico para demostrar porqué sus dedos entienden a las teclas, y sus rulos siguen el compás de su música multicolor.

Un tranquilo escritor, de mirada perdida trae una historia bajo el brazo, que ha de ser feliz o triste, de niños o de reos pero con pinceladas ocre nos la pinta en la cara.

..y yo ya soy uno más, con Tito a mi lado que cambió su café por una cerveza y la gente del restorán que comparten un plato de guiso que todavia tiene humo que decir.
Y todo termina, cuando satisfechos hacemos sonar las puntas de nuestros dedos al compás uno de otro y por un segundo nos miramos, Héctor, Teresita y yo y podría ponerme a imaginar de donde vienen, pero ya sè porqué están acá.

No hay comentarios.: